Por amor a Lou: Mujer, mujer Libérate
Por amor a Lou, la obra dirigida por Manuel Iedvabni y protagonizada por la enérgica María Socas, acompañada Horacio Roca, Walter Jarob, Juan Grandinetti yHéctor Bidonde, entre otros, repasa la vida de Lou Andreas Salomé a partir de la relación conflictiva pero intensa con sus diferentes amantes amigos.
María Socas y Héctor Bidonde Por amor a Lou, de Mario Diament, dir. Manuel Iedvavni Teatro Nacional Cervantes, Sala Orestes Caviglia |
La figura histórica de Lou Andreas Salomé la sitúan de inmediato en un punto de inflexión que marca el fin de un siglo -el XIX- y comienzos de otro donde desde la intelectualidad vibraba con enorme intensidad la sensación de que todo era posible; todo podía cuestionarse y las chances de un cambio radical en materia de moral, filosofía, religión y costumbres estaban al alcance de cualquiera que tuviera la capacidad y la inteligencia suficiente para comprender el complejo mundo que se avecinaba en las postrimerías del siglo XIX. Obviamente, ser mujer en esa época respondía a un estereotipo celebrado por la enorme cantidad de machistas y rechazado por una selecta minoría de intelectuales, entre los que se encontraba por ejemplo el filósofo Friedrich Nietzsche –injustamente acusado de misógino- quien había proclamado sin pelos en la lengua que el Dios judeo cristiano había muerto, entre otras ideas filosóficas audaces que fueron abrazadas luego por diferentes sectores y muchas veces tergiversadas en función a un pensamiento o discurso político. Por eso, el hecho de que una mujer de principios de siglo, nacida en Rusia en el seno de una familia dominada por la presencia de cinco hermanos y un padre militar, cuestionara desde muy joven el rol pasivo que culturalmente debería haber aceptado; elaborara profundas reflexiones filosóficas sobre la libertad e incluso se atreviera a plantear que los dogmas religiosos parecían cuentos para niños, no podía resultar indiferente ante ninguna mirada y mucho menos dejar de despertar el deseo de poseerla al volverse inalcanzable por su auténtica expresión de vivir sin condicionamientos de ninguna clase (el matrimonio lo era) en pos de aprenderlo todo, establecer relaciones profundas con amigos y dejar una huella en el pensamiento occidental. Esa mujer, además movilizaba pasiones en cada hombre que la conocía y consciente de su poder e innata seducción supo capitalizar su avasalladora y enigmática personalidad para vincularse con los intelectuales más relevantes de principios de siglo XX como por ejemplo el citado Nietzsche, a quien rechazó una propuesta matrimonial; Sigmund Freud, quien no pudo ocultar su fascinación por ella al escucharla en el Primer Congreso de psicoanálisis y luego en sus sesiones privadas; e incluso convertirse en musa inspiradora del joven poetaRainer Maria Rilke, catorce años menor que ella y destrozado emocionalmente a partir del despecho y que derivó directamente en el suicidio por amor. De esa mal llamada por algunos femme fatale de la época quedan algunas fotos y su prolífica obra, opacada en gran parte por estar a la sombra de aquellos hombres ya mencionados pero siempre reivindicada por las corrientes feministas.
El repaso por la vida de Lou Andreas Salomé a partir de la relación conflictiva pero intensa con sus diferentes amantes amigos es el eje temático de Por amor a Lou, dirigida por Manuel Iedvabni y protagonizada por la enérgica María Socas, acompañada de un elenco versátil entre quienes se encuentra Horacio Roca, Walter Jarob en el rol de Nietzsche, Juan Grandinetti como Rilke y Héctor Bidonde en la piel de Freud, entre otros.
La puesta en escena elaborada en base a pocos elementos, entre ellos un baúl del que la actriz irá extrayendo diferentes vestuarios a cargo de la vestuarista Daniela Taiana, incorpora además una pantalla por la que irán desfilando diferentes personalidades, quienes leen cartas dirigidas a la protagonista y que marcan el derrotero de su agitada vida no sólo en el plano sentimental sino en lo que a su rol como acompañante y amiga significaba. El recurso del intercambio epistolar permite ir completando el retrato de la misteriosa Lou Salomé, quien al igual que la mítica figura de Salomé deseaba profundamente apropiarse de la cabeza de los hombres pero no literalmente sino simbólicamente al verse seducida por la inteligencia. Gracias a la perfomance de María Socas, este personaje que reúne tanto condiciones de egoísta, apasionada, franca, severa pero de una fragilidad emocional palpable, ocupa el centro de atención durante toda la obra.
Los textos de las cartas no responden a la realidad sino que fueron elaborados para la ocasión. Es allí donde resulta desconcertante y quizás un desacierto para la pieza en general la intención de equiparar el lenguaje hacia una suerte de coloquialidad que no admite diferencias en tanto léxico como poesía. Prácticamente, Nietzche, Freud yRilke hablan de la misma manera cuando se sabe que eran muy diferentes a la hora de escribir y de comunicarse. Por otro lado, el agregado de la pantalla con las proyecciones tampoco aporta demasiado desde el punto de vista dramático y exige un trabajo de coordinación extra con los actores que están en escena, dificultándoles a veces el normal desarrollo de los cuadros. Ese lapso o intervalo forzado entre lo visual y lo teatral afectan la armonía del espectáculo notoriamente.
Más allá de estos detalles no menores la pieza teatral de Mario Diament es sumamente interesante por intentar abordar una personalidad y una vida muy rica en matices, que describe detalladamente el clima de ebullición de las pasiones humanas y capta con honda sensibilidad la atmósfera de una época que se despedía de un siglo incierto para adentrarse en otro donde las revoluciones del pensamiento no tuvieron el mismo éxito que las revoluciones políticas pero siempre existieron aquellos que como Lou Andreas Salomé rompieron el molde de lo establecido para avanzar con las ideas y el cuerpo hacia un futuro desconocido.