sábado, 12 de abril de 2008

Artículo por María Socas diario Perfil: «Neil Labute: Dios no admite el sobrepeso»

Por María Socas, diario Perfil, Espectáculos, sábado, 12 de Abril de 2008, Año III, Nº 0250, Buenos Aires, Argentina, Edición Impresa, http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0250/articulo.php?art=6675&ed=0250,

Por María Socas


El autor de Gorda ejerció durante años la fe mormona, y al mismo tiempo manejó un humor corrosivo que apuntaba contra las instituciones. Sostiene que vivimos en una sociedad descartable, e intenta retratar nuestros días a partir de esa máxima. María Socas, actriz del éxito de las salas porteñas, da su visión del fenómeno.



Todas las noches, un cartel idéntico: localidades agotadas. Tanto es así que los productores tuvieron que difundir un comunicado en el que se recomienda no asistir sin haber comprado las entradas con antelación. Este fenómeno –por demás atípico para la cartelera teatral porteña– se produce con Gorda, en el Paseo La Plaza. Donde se dio la obra –por ejemplo, Nueva York o Barcelona–, fue un éxito. Y lo que se repite, en uno y otro escenario, es la pieza –más allá de sus adaptaciones– y la firma de su autor: Neil LaBute.

Polémico. Junto a Gwyneth Paltrow, con quien filmó Posesión. Cada obra de Labute apunta a polemizar, ya sea con el sexo o con la religión. Fue mormón, y luego se alejó –o lo alejaron.
“Si observamos la forma en la que mis personajes interactúan unos con otros, lo más probable es que tomen el camino fácil. Vivimos en una sociedad descartable. Es más fácil tirar las cosas que arreglarlas. Especialmente en lo que se refiere a las relaciones, somos muy rápidos para decir que lo mejor es terminarlo, sólo porque no queremos hacer el trabajo”, dice Neil LaBute, el dramaturgo, guionista y director estadounidense nacido el 19 de marzo de 1963 en Detroit, Michigan.

Hay algo que resalta en la obra de LaBute: su humor corrosivo, que apunta contra lo que se suele considerar normal en la sociedad moderna. Es probable que esa mirada distante sobre lo que nos sucede tenga que ver con su infancia en Washington, en un hogar dominado por un padre intimidador, camionero nacido durante la Gran Depresión.

Ninguno de sus padres era religioso, pero LaBute, un niño tranquilo, comenzó a asistir a la Iglesia y a estudiar la Biblia. A ello se agregaba el mirar, junto a su madre ama de casa, las películas extranjeras que daban en la televisión pública.

En la adolescencia se iba a profundizar su doble vocación. Por un lado, en el colegio secundario protagonizó varias puestas teatrales como Arsénico y encaje antiguo y Nuestro pueblo. Por el otro, de allí derivaría –beca mediante– a estudiar en la Brigham Young University (BYU) en Utah, donde se unió a la Iglesia de Jesucristo de los Ultimos Días, más conocida como la iglesia de los mormones.

“Yo no elegí la BYU, me gusta pensar que ella me eligió a mí”, dice LaBute al respecto.

La fe mormona tiene una particularidad: Brigham Young, que le da su nombre a la universidad donde se formó LaBute, fue el segundo profeta vidente y revelador de los mormones. Otro detalle: este hombre contrajo matrimonio con 51 esposas y tuvo con 16 de ellas 54 niños a su cargo.

La institución, finalmente, entró en colisión con las actitudes del futuro dramaturgo. La iglesia de los mormones, por ejemplo, impedía a sus miembros ver películas prohibidas para menores, así como también tener pensamientos impuros. En ese contexto, LaBute se transformó en el rebelde que provocaba tanto temor como admiración en sus compañeros de facultad. Era, al mismo tiempo, la tortura y la admiración del departamento de teatro de la BYU.

El lazo estrecho y conflictivo con los mormones comenzó a tambalear en 1985, cuando LaBute tenía 22 años: se casó con su novia de la secundaria –Lisa Gore, terapeuta de familia– e ingresó en un máster de la Universidad de Kansas, donde descubrió a los dramaturgos británicos de posguerra que serían su gran influencia –Harold Pinter, Edward Bond y Howard Barrer–. Luego, se alejó aún más –incluso geográficamente–: hizo otro máster, ahora en la Universidad de Nueva York. Allí montó su primera obra, Filthy Talk for Troubled Times (Charla sucia para tiempos problemáticos), compuesta por monólogos punzantes y a veces vulgares que llegaron a provocar que un espectador se levantara de su butaca y gritase “¡Maten al autor!”.

A mediados de los ’90, mientras trabajaba como profesor de dramaturgia en el St. Francis College de Fort Wayne, Indiana, junto con un trabajo en el Hospital Psiquiátrico de la región, se dedicó al armado de su ópera prima para el cine. En sólo 11 días, con un equipo conformado por voluntarios y sosteniendo los aspectos técnicos con 25.000 dólares que le donaron dos ex alumnos que habían cobrado el dinero del seguro de un accidente de auto, filmó En compañía de hombres. Fue premiado en el Festival de Sundance, y visitó los festivales de Cannes, Edimburgo y Montreal.

El éxito del film protagonizado con Aaron Eckhart le permitió estrenar, en 1998, su segunda película: Tus amigos y vecinos, que contaba la historia de seis personajes despiadados que se trenzaban en juegos de sexo y poder, incluyendo una relación homosexual que involucraba al personaje encarnado por Natassja Kinski. Una vez más, el público y la crítica se escandalizaron, particularmente con la escena en que el personaje del actor Jason Patric relataba la que consideraba su mejor experiencia sexual: la violación en grupo de un compañero de la secundaria.

Tanta provocación iba a terminar por estallar en la fe mormona. En 1999 montó la proclamada Bash: Latter Day Plays (de la que la traducción literal sería Golpe Violento: Obras de los Ultimos días), y surgió el problema. Protagonizada por Calista Flockhart (Ally Mc Beal), la obra estaba compuesta por tres piezas de un acto –los primeros dos en forma de monólogos–, y los personajes eran mormones practicantes que confesaban crímenes atroces, desde el infanticidio hasta el brutal asesinato de un homosexual. Tal caracterización de los fieles mormones hizo que la Iglesia de Jesucristo de los Ultimos Días impidiera a LaBute recibir el sacramento hasta que no dejase de escribir lo que no estuviera de acuerdo con sus normas y principios. Esto generó que unos años después el mismo dramaturgo terminara por alejarse del grupo.

La respuesta más clara a sus años mormones la dio con su séptima película. En el 2006 estrenó The Wicker Man, remake de un film británico de horror de 1973. Allí, un policía (Nicolas Cage) viajaba a la isla donde se había escapado una ex novia suya, que denunciaba la desaparición de su hijo. A lo largo de la búsqueda, se mostraba a un grupo humano que ejercía prácticas religiosas, de renuncia con los hábitos modernos. El final era elocuente: los fieles sacrificaban hombres. La última imagen mostraba a Nicolas Cage que era quemado vivo por no resultar acorde con los principios del grupo religioso.

Entre la fe y la provocación, LaBute decidió quedarse con esta última.

Las claves de Gorda

Gorda se estrenó mundialmente el 17 de noviembre de 2004 en el Manhattan Class Company (MCC), teatro de Nueva York. El elenco estaba compuesto por: Jeremy Piven (Entourage) como Tommy, Andrew Mc Carthy (Brat Pack) como Dany, Ashley Atkinson como Helena y Keri Russel (Felicity) como Juana.

Fat Pig está inspirado en la propia experiencia de LaBute. Obeso, un día se dio cuenta de que no se sentía atractivo. “Mi aspecto era una porquería, estaba harto de usar siempre los mismos pantalones. Entonces hice algo al respecto. Planifiqué para mí un régimen detallado y me aboqué a la tarea usando este simple mantra: "Pará de comer tanto, gordo bastardo’”. Adelgazó 30 kilos. Y como reconoce él, lo hizo por razones mundanas: para poder, por ejemplo, comprarse ropa en Banana Republic. Durante los ocho meses de dieta y ejercicios se sintió feliz, saludable y de buen ánimo. Le gustaba volver rápido a su casa después de una caminata o levantarse de un salto a la mañana para estudiarse a sí mismo en el espejo. Pero dejó de reconocerse. “¿Quién era esta persona que ya ni siquiera escribía?”.

Entonces volvió a engordar y a escribir.

“Los escritores, para mejor o para peor, son dioses de su propio universo: es así porque yo lo digo así; y aunque este cielo propio pueda ser un poco solitario, tengo una vista fantástica.” En el planeta que creó para Gorda, la totalidad de los personajes son desesperadamente humanos, y por eso los quiere a todos. Son seres que desean tener convicciones, pero prefieren ser aceptados o satisfacer sus necesidades.


El espera que sean tan interesantes y complejos como las personas en la vida real.

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